¡Van a por el sector!

Llevo en este oficio de contar y cantar cosas moteras casi treinta años y si algo tengo claro es que la moto, su industria y sus usuarios jamás han encontrado ni encontrarán en la Administración apoyo y cariño.
Sin embargo y para ser justos hay que admitir que los gobiernos del PP han sido tradicionalmente más amables con el sector que los ejecutivos socialistas. Los gobiernos de este signo siempre han tenido a la moto en el punto de mira; supongo que no lo consideran un medio de transporte “progresista” o toman a todos los motociclistas por millonarios caprichosos o aspiran a que todos los amantes de las dos ruedas acabemos pasándonos a la bicicleta..
Por eso no me extraña en absoluto la ofensiva que ha lanzado contra la moto el actual ejecutivo, sin duda el más intrusivo de todos los gobiernos españoles desde el retorno de la democracia.

El gobierno lanza con la eliminación “de facto” de la convalidación A1/B un torpedo directo a la línea de flotación del sector. No hace falta ser muy sagaz para entender que la obligatoriedad del curso de convalidación se cargará de raíz el mercado en su vertiente más sensible, la del día a día y la moto urbana. Se ataca a los vehículos más eficientes y sostenibles y a los que más contribuyen a la fluidez del tráfico ciudadano.
La decisión tendría sentido si el incremento de las cifras de accidentalidad de los “convalidados” lo justificara pero son justamente los únicos que han reducido las frecuencias de siniestralidad de todo el espectro de permisos de conducción de motocicletas.

Así que ¡aviso a navegantes! todo esto no será lo último. Hace tiempo que se sabe que el ínclito Marlaska tiene la intención de encarecer también el acceso al carnet “full power” y castigar fiscalmente aún más a la moto… aunque en realidad tampoco eso es una novedad porque ya conocemos sobradamente la voracidad recaudatoria del actual ejecutivo a todos los niveles.
Una norma que ¡sorpresa! coincide con el anuncio de que se está estudiando permitir conducir coche a los 17 años siempre que se vaya acompañado de un adulto.
El objetivo es muy claro: convertir a medio plazo el uso de la moto en algo residual.

Por supuesto que hay que luchar contra la siniestralidad pero antes hay que asumir dos cuestiones fundamentales: que hay más accidentes porque hay más motos circulando -después de la pandemia hubo un crecimiento muy importante de nuevos usuarios “convalidados”, con un crecimiento de cinco puntos de media por año- y que a este aumento del parque móvil no ha correspondido una mejora de infraestructuras ni de entorno.



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